Sin importar la temporada todas las mañanas eran gélidas en el cuarto de Ellie, a decir verdad, todas las habitaciones de la casa mantenían una temperatura similar, el largo pasillo que las encaminaba, alejaba a los rayos de sol. El té con leche que le preparaba su madre todas las mañanas la mantenía cálida.
Disfrutó del apapacho de su madre por mucho tiempo. Disfrutó de muchas cosas durante la niñez, tanto que se apilaron en grandes recuerdos.
- Buenas noches, Colima- Siempre se despedía de su gata gorda.
Su ropa cada vez más ajustada, era difícil decidir entre las faldas que apretaban menos sus caderas, fue difícil decidir con quien pasar los últimos recesos antes de pasar a “la nueva etapa”, ella se preguntaba por qué la nombraban así, trataba de buscar un significado a cada palabra, imaginando que sería una nueva temporada, así como sus series favoritas. Ellie presenció cambios a su alrededor, por ejemplo, cambio de presidente, el cambio en los diseños de los billetes $20 y $50, donde ahora presentaban a personajes que sabía que había visto y escuchado hablar en sus clases de historia, pero la realidad es que no se esforzó en identificarlos, también enumeraba las diferentes “amigas” con las que salía su hermano mayor. Una más- decía ella.
No esperaba más cambios, al menos no tan notorios. Empezó a usar ropa holgada porque otro de sus cambios iba directo a sus pechos y vellos en axilas. ¿Cuándo iba a terminar “la nueva etapa”? Las mañanas eran soleadas, pues era verano, pero seguía sintiendo el mismo frio que caracterizaba su cuarto, con la diferencia que su madre ya no la acobijaba con el té con leche: Un día, Ellie la esperaba con ansias desde que despertó, no se lo explicaba, pero tenía los pies sumamente fríos, lo cual provoco saborear del té caliente, imaginando como recorría todo su cuerpo hasta llegar a la punta de sus pies para poder calentarlos. Después de un buen rato su madre no apareció.
Tocó cada una de las habitaciones que perfilaba el amplio pasillo de su casa, malhumorada y preguntando por su madre.
-Gracias, madre, ¡no quiero que vuelvas a llevarme uno de esos tés! Jamás le he encontrado sabor- dijo casi gritando y dando un fuerte golpe en la puerta al terminar la frase. Sin darse cuenta de que del otro lado de la puerta se encontraba su madre con fiebre y dolor de cabeza. - Además de tener un olor extraño, no tiene sabor alguno. Como si no quisiera endulzar el té porque ya me ve gorda- pensó para si misma detestando cada vez la complexión que tomaba su cuerpo. -A Alina se le notan sus costillas cada que se estira en el pupitre, se notan las clavículas y sus brazos delgados, seguro toma el té sin azúcar- Llenándose de pensamientos.
Se alejo de los espejos por un tiempo, ni si quiera para lavarse los dientes se miraba. Su refugio era al entrar en su cama y dejar que los sueños la sumergieran, no solía recordar lo que soñaba, pero era algo que no le preocupaba. Las noches las sentía largas y oscuras, según su estado de ánimo, o al menos eso logro identificar. Después de notar que su gorda y vieja gatita ya no acercaba a sus pies para dejar todo su pelaje muerto, considero buscar cierto afecto en los perros -Dicen que son más tiernos y bobos - Mientras lo pensaba y sin darse cuenta las lágrimas recorrían sus mejillas, en realidad le dolía reconocer que su pequeña Colima no se acercaba a ella. La había nombrado así, pues años atrás bajo un enorme tráiler la encontró tan frágil y pequeña, suplico demasiado a su madre para que pudieran llevarla a casa. La madre no reconocía a la pequeña niña que rogaba por la gata, no entendía las lágrimas que salían de Ellie para convencer que era lo mejor.
Colima. La gata llevo el nombre de la calle donde la encontraron. Ese recuerdo hacia sumar las lágrimas de Ellie, no se explicaba la humedad de sus ojos si en realidad lo que sentía era coraje, un coraje por una gata mal agradecida, pensando que, si ese día su madre y ella hubieran dado vuelta dos calles atrás, otra historia seria de esa gata, sería un simple felino sin nombre.
Esa noche con toda la intensión no sirvió su plato de comida. Sintió particularmente las sábanas frías las noches siguientes siguieron siendo largas y oscuras.
Los días soleados fueron también largos, con pocas palabras particularmente a la hora de la merienda, Ellie tardaba más de lo acostumbrado en terminar su comida
- ¿Dónde vamos a enterrar a Colima? - pregunto su hermano mayor.
A Ellie se le hizo un enorme nudo en la garganta, dejo recorrer sus lágrimas por toda su cara hasta que conectaran con la taza de leche, pudo disimular un poco al agacharse dejando tapar su cara con su largo cabello.
Alexia Valdovinos